Es sorprendente ver cómo la tecnología de la información se incorpora cada vez más a nuestras vidas, inclusive atravesando la última frontera. Algunas de las prestaciones de dispositivos, aplicaciones y sistemas de mayor desarrollo en la actualidad ingresan al interior de nuestro cuerpo con singular éxito: sondas, marcapasos, microelectrónica aplicada para la asistencia a personas con discapacidades auditivas o visuales, localización permanente de personas…
Ese mismo nivel de interacción se observa en las organizaciones, donde ha aumentado radicalmente la facilidad de acceso a las redes con múltiples dispositivos que, además, son multifuncionales. Un teléfono que puede convertirse en Access Point Wi-Fi es algo absolutamente común en nuestros días, así como conexiones USB utilizadas para múltiples dispositivos, etc. Lo único que falta, es inventar discos duros que se parezcan a adornos en los dientes, porque creo que todo lo demás ¡está inventado! (en los lentes, con formas de juguetes, etc.). Si bien parece divertido, a la hora de asegurar la información, toda esta situación genera grandes dificultades y desafíos.
En la medida que los servicios de TI y los dispositivos se hacen más baratos, cercanos, difundidos y omnipresentes, la carencia o mal funcionamiento de alguno de ellos provoca impactos más altos y masivos.